Hoy os traigo otro artículo que nos ha enviado una compañera de una oficina a nuestro correo. Muchas gracias a todos por vuestra colaboración al enviarnos material de tan buena calidad.
Saludos cordiales.
Hace veinticinco años creí que sería una buena inversión de futuro encerrarme en una habitación, quedarme a solas con mis miedos, angustias, penurias e incertidumbres sin saber si años de sacrificio servirían o no para algo algún día. La estabilidad era la gran promesa de futuro. Un sueldo digno, también. Ahora resulta que soy un privilegiado que tengo que arrimar el hombro para pagar los errores de alguien que cree que la "economía se explica en dos tardes" a micrófono cerrado. Ahora resulta que soy objeto de burla de don Pablo Motos para quien solo soy un "vago" que no trabaja el sueldo que me pagan entre todos "los que trabajan". Y se queda tan tranquilo. Cualquiera puede hacer chistes fáciles ¿verdad?, la diferencia es que algunos cobran por ello, pero ya se sabe que los bufones, desde siempre, han sido enanos.
He encontrado en los medios de comunicación progubernamentales ese discurso tan manido de que somos unos "privilegiados", ahora jugamos al divide y vencerás, a orientar la frustración de más de cuatro millones de parados contra nosotros, los funcionarios. En internet, argumentos justificativos pro-zapatero recordando que fue Aznar quien congeló el sueldo de los funcionarios allá por el año 97 y poniendo sobre el papel que durante los últimos diez años se nos ha subido el sueldo un 17 por ciento, que cada vez ganamos más, que no tenemos ni derecho a quejarnos, ni vergüenza. Esto lo he leído hoy mismo y ya no aguanto más. Perdónenme, por favor.
Perdónenme por haber creído que un país se levantaba con el esfuerzo de todos, por creer que trabajar duro era el camino para construir una democracia que tanto nos costó, por creer que estudiar era necesario y útil, por creer que unas oposiciones merecían la pena, el esfuerzo, los años sin cobrar un duro contra la incertidumbre de no saber si todas esas horas, miles de horas, tendrían algún día ese fruto o no. Y digo esto porque yo lo conseguí, pero conozco a muchos, muchos, que no lo hicieron, que se quedaron con el camino, con el tiempo perdido a sus espaldas, la frustración en sus vidas y, para colmo, con la "sorna" de humoristas de tercera, bufones de corte y enanoides en general -léase de mente, aunque a veces coincida con el cuerpo.
Lo cierto es que soy funcionario desde 1990. Hagamos un poco de esa memoria histórica que tanto gusta. Después de la famosa Expo del año 92 vino la otra famosa recesión, las vacas flacas. Teníamos por entonces de Presidente al Sr. González y el objetivo en el horizonte era la convergencia con Europa, el euro. El europeísmo fue nuestra bandera, pero... nos exigían para ello no superar un 3% de déficit público. Como recordarán -y los más jóvenes que consulten las hemerotecas- aquello fue un caos del que no se enteró ni el Presidente hasta que alguno de sus ministros acabó en la cárcel. Entretanto, debíamos adoptar medidas urgenes y fue el primero que congeló el sueldo de los funcionarios en 1994 en un intento desesperado por reducir el maldito déficit. Cuando el Sr. Aznar llegó a La Moncloa, heredó un país en quiebra que amenazaba con no poder pagar ni las pensiones -¿no os suena de algo?-, y seguíamos con la convergencia con Europa en lo que parecía que nos fuera la misma vida. Vuelta a pedir la solidaridad de los funcionarios y nueva congelación salarial -1997-. Como no era bastante, había que controlar la subida para evitar que la inflación se fuera de madre y rompiéramos los criterios de convergencia; en conclusión, más solidaridad y subidas controladas sin derecho a revisión de la desviación sobre la inflación que, invariablemente, siempre resultaba más alta de las previsiones del Gobierno de turno. Mientras tanto, los sindicatos sí seguían negociando el mínimo de subida equiparado a la inflación para evitar la pérdida del poder adquisitivo del resto de los sectores productivos del país. Esta "milonga" ha durado todo este milenio -solo diez años de momento, gracias-. ¿Saben ustedes cuál ha sido el resultado?
DESDE 1990 A HOY HEMOS PERDIDO UN 17,1% DE PODER ADQUISITIVO y estoy hasta mis gemelos de tanto cretino que se permite opinar sin tener ni la más "puta idea" de lo que habla, porque el rigor no importa, lo que importa es el escándalo, la polémica, sembrar dudas y las lamidas rectales a quien paga el pienso que comen. Eso, por supuesto, sin contar ahora con esa bajada del 5% anunciada por nuestro queridísimo Presidente -sí, ese que no iba a recortar los gastos sociales, ese que hace 24 horas afirmaba que "reducir el deficit sí, pero no a cualquier precio", y sin contar con la congelación en 2011, y sin contar con la subida de la inflación que inevitablemente va a producir la subida del IVA prevista para agosto de este año.
A este apostol riguroso de nuestro Presidente que demuestra, lápiz en mano que nos ha subido el sueldo un 17 % los diez últimos años, solo tengo que decirle tres cosas: la primera es que...¡menos mal! ¿no te parece?
Es cierto que nos ha subido el sueldo un 17 % y la verdad ni es buena ni es mala, es, simplemente verdad. Pero para hacer una valoración hay que ponerla en perspectiva, es decir, informar del segundo dato ¿Cuánto ha subido el IPC durante los 10 últimos años? La respuesta es que un 28 % según el Instituto Nacional de Estadística, mire usted. Oiga, y puestos a hacer cuentas, porque no me hace el favor de calcular cuánto ha aumentado el presupuesto del Gasto Público del Estado de Nuestras Autonosuyas durante este mismo periodo (lo digo por poner las cifras en perspectiva).
En segundo lugar, le diría que esto son sólo datos oficiales. Mis datos personales son que en este mismo periodo de tiempo (2000-2007) se ha triplicado el precio de la vivienda L I T E R A L M E N T E. Para seguir hablando en porcentajes, ha subido el precio de la vivienda un 300 %. Yo llenaba un carro de la compra semanal con 60 € -para 4 de familia-, hoy no bajo de 100 € haciendo todos los malabarismos habidos y por haber, un 40 %; el simple café de calle que costaba 100 pesetas antes de la convergencia, hoy ya supera la barrera del euro en muchos bares, un incremento del 70 %. Y nos lo hemos ido tragando todos los españolitos. Estos macroeconomistas del Ministerio que realizan los cálculos del IPC te dicen que es que han bajado los ordenadores, los coches y los frigoríficos. Vale, pero no como ni ordenadores, ni coches ni frigoríficos, frente a las otras partidas, alimentación y vivienda, o la gasolina que son de primera necesidad y uso continuo. Y llegó un punto en que ya dejé de hacer cuentas porque me bailaban los números en la cabeza. Esa es mi realidad, que venga ahora un "cantamañanas" a decirme "privilegiado"... No gracias, el privilegiado es usted que vive en la ignorancia y, por ende, en la felicidad de tragarse lo que le dicen sin aplicar el más mínimo rigor crítico a lo que se nos vende por televisión y prensa.
Y, en tercer lugar, le diría que si tan verde es el valle, las oposiciones se convocan cada año y ahí puede tener su plaza. ¿Por qué, en lugar de criticar no se hace funcionario? ¿No es tan bueno? Y si no lo hace, un poco de respeto para quienes hemos tenido los... de encerrarnos y dejar pasar la vida ante nosotros con la esperanza de tener un puesto fijo aunque sea con un salario de mierda.
Estamos muertos. En el año 2007 recibí una revista periódica de un sindicato de funcionarios al que estaba afiliado. Aparecían las tablas de pérdida de poder adquisitivo que apuntaba antes. Llame al sindicato: "Enhorabuena por el estudio que habéis publicado. Te llamo para hacerte una preguna: "Con estos datos en la mano, ¿Por qué no nos convocáis a una huelga?". Me respondieron que eran minoritarios, que no tenían fuerza suficiente, que tenían que ir detrás de UGT y Comisiones para lograr que las movilizaciones tuvieran fuerza, que... Me di de baja. Y resulta que los sindicatos mayoritarios nos sacrifican por otros intereses, ¿por el pacto social?, ¿por los astilleros?, ¿por las fábricas de coches? No, señores, no.
Por su propio interés, porque siguiendo la voz de su amo seguirán las subvenciones, y los cursos a desempleados, y las dietas, y... que trabajen los tontos (es decir, nosotros).
No sólo hemos perdido poder adquisitivo, sino que la presión y el trabajo ha ido en aumento y las condiciones laborales han ido empeorando sistematicamente. Que cada funcionario hable de su sector. Nosotros, en Educación, en Secundaria, en Andalucía, hemos triplicado literalmente las tareas burocráticas que no conducen a nada que tenga que ver con la efectividad real del profesor en el aula pero queda muy bonito en gráficos a colores pegados en una pared mientras el abandono y el fracaso escolar continúa.
Señores, un derecho constitucional como la huelga que requiera de la convocatoria de unos sindicatos subvencionados por el Estado, que sólo conocen una tendencia ideológica y política, que además es coincidente con el partido del gobierno, que nos sacrifican en aras de mantener sus privilegios de "liberados" de sus respectivos puestos de policía o de bombero, de maestro o de oficial, de administrativo o de lo que sea que requiera el desgaste propio de nuestra profesión.... Es una entelequia. Todo es apariencia, teatro para conformar a los simples. ¿Alguien me puede explicar la diferencia entre estos sindicatos y los sindicatos verticales de Franco? Y, por favor, no me vengan con que a estos los elegimos nosotros si no tenemos más narices que votar a quien nos ponen delante en listas cerradas, si no hay más que garbanzos o lentejas en el menú.
¿Saben ustedes lo que pasará ahora? Estos magos del lenguaje, del teatro y de la apariencia, se presentarán con cara de enfado ante las cámaras, y se mostrarán ofuscados, contrariados, tendrán reuniones y consensos entre las distintas fuerzas sindicales para medir la respuesta social más adecuada a los cambios de plantemiento del Gobierno que incumple de este modo los acuerdos alcanzados y bla...bla...bla..., verborrea y más verborrea. Y convocarán manifestaciones el 1 de junio para que el furor de los más cabreados pueda desfogarse y presentar la apariencia de que hacen algo. Después convocarán una segunda manifestación, sectorial, con pancartas y voces, para que sigan liberando adrenalina los más combativos. Quizás, si la opinión pública y los funcionarios no se aplacan, convoquen 1 día de huelga general, ya estaremos a mediados de junio y la clave será crear espectativas con reuniones, mesas de negociación, apelación a la conciencia de los trabajadores, a la crisis, a la necesidad de que todos arrimemos el hombro, a inculcarnos desde los medios de comunicación conciencia de culpa por ser los privilegiados de esta sociedad en paro, etc. etc. etc. hasta que lleguemos a julio y las vacaciones rotativas, la liga, y el mundial de fútbol nos hagan olvidar estos problemas nimios. Ya se sabe... ¡Panem et circem! Canaliza la ira, divídelos, desgástalos y tú verás como el problema deja de existir. Total, sin vosotros no pueden movilizarse, todo es cuestión de paciencia y mañana hizo una año.
Yo no sé ustedes, pero como a mí no se me convoque a una huelga indefinida, directamente no voy a la huelga. No estoy dispuesto a esta tomadura de pelo, a esta puesta en escena de quienes son el problema real de este país. No los bancos, ni los constructores, ni los empresarios, todo cortinas de humo, sino quienes nos gobiernan. ¿Quieren que renuncie a un 5 % de mi sueldo sin luchar? Muy bien. Renuncien ustedes a 17 parlamentos, senados, tribunales superiores de justicia, pensiones vitalicias por el hecho de haber sido parlamentarios o senadores, renuncien ustedes a sus complementos y dietas pagadas a costa de todos los españoles y entonces... Me lo creeré. Hemos creado una casta de políticos sin otro mérito que sacar su cara a pasear por los telediarios. Lo siento. No era nuestra intención dejarle esta lacra a nuestros hijos. Preocupados como estábamos por tener una transición en paz, ilusionados como estábamos por la llegada de la Democracia, hubo algo que se nos escapó y ahora nos vomita en la cara. Pido perdón a los jóvenes, a mis hijos, y a todos aquellos que no tuvieron ni las agallas, ni la constancia, ni el esfuerzo, ni la valentía, ni la suerte, en fin, de aprobar unas oposiciones a la función pública
Funcionario en defunción.